Bueno, bueno, que ya hemos empezado este gran viaje, y la primera parada que hacemos es en Taizé. ¿Taizé? ¿Qué es eso? ¿Dónde está? ¿Qué se hace allí? ¿Porque hemos decidido ir? Tranquilos, tranquilos que todas estas preguntas van a ser respondidas y muy pronto.
Este viaje lo hice en verano, pero la verdad es que cada día me acuerdo de esta maravillosa experiencia, de la que he podido aprender un montón de cosas y de la que posiblemente nunca me vaya a olvidar.
Esta aventura empezó el año pasado, cuando se propusieron un montón de ideas para hacer en verano, una de ellas el Camino de Santiago, pero hacía tres años que lo habíamos hecho y nos parecía un poco pronto para repetirlo; la otra idea que se llevaba barajando desde hacía mucho tiempo era ir a Taizé. ¿No molaría hacer un viaje con gente de tu misma edad a otro país? Sí, has leído bien, ¡otro país! Y el país destinado era Francia.
Como os decía Taizé se encuentra en Francia a unos 100 km al sur de Lyon. Es un pueblecito diminuto entre colinas,formado por unas cuantas casas y una comunidad monástica cristiana ecuménica. Esta comunidad fue fundada en 1940 por un teólogo suizo llamado Roger Schutz, más conocido como el Hermano Roger.
En esta comunidad se reúnen cristianos de todo el mundo para compartir su experiencia religiosa. Es increíble ver cómo de un mismo texto cada uno aporta algo nuevo y diferente que te hace plantearte muchas cosas.
La estancia en Taizé es de una semana, en la que tendrás que escoger un trabajo (ya que el funcionamiento de esta comunidad funciona gracias a la caridad de las personas) y te organizarán en un grupo para conocer gente de otros países. Según el trabajo que eligieses, trabajarías por la mañana o por la tarde, en trabajos como: servir la comida, fregar los platos, o los baños, hacer batida, repartir cancioneros para las oraciones, o mandar callar por la noche a la gente.
Hay tres momentos de oración al día, uno justo antes de desayunar, otro antes de comer y otro después de cenar. La capilla de Taizé está abierta a todas horas, porque es para que quien quiera vaya y hable con Dios, o se encuentre a sí mismo.
Por la noche después de la última oración se abría el OYAK, que es el "bar" en donde te podías comprar algo de comer como una crêpe, un trozo de pizza, o un croque monsieur. Detrás del OYAK había una explanada en la que lo normal era encontarte a un grupo muy grande de gente de distintas edades y países reunidos entorno a una guitarra cantando y riéndose a carcajadas.
Pero lo mejor de todo, era ir por la noche cuando todo estaba en silencio a la capilla, porque esta estaba alumbrada solo con velas y había un grupo de chicos voluntarios cantando las canciones de Taizé. Para mi esto es lo que más me entusiasmó y lo que más me gustó sin duda alguna, ya que el ambiente era súper acogedor y de verdad sentías a Dios a tu lado. Es una experiencia que muy probablemente la vuelva a repetir.